jueves, 30 de mayo de 2013

NAVEGANDO EN EL ASFALTO




Todos los días me hago el firme propósito de retirarme a descansar a una hora razonable; nunca lo cumplo. Frente a la página en blanco de la pantalla, cambio los sueños en brazos de Morfeo por otras quimeras, no menos fantásticas, a las que trato de dar vida a golpes de teclado.

En estos menesteres me hallaba anoche, cuando la luminiscencia intermitente de mi móvil me alertó de la llamada. Era mi hija, el reloj se acercaba a la una de la madrugada y llovía, aunque yo, absorbida por remolinos de ideas, ni siquiera me había percatado. Mamá, decía ella, ¡ven a recogerme! Llueve mucho… Han cancelado el concierto.

Apagué el ordenador, cogí un paraguas y salí de casa. Era cierto; el cielo se volcaba sin tino sobre la noche. Llovía a torrentes, como si las nubes quisieran compensar sus olvidos cuando sobrevuelan estériles, tantas primaveras y otoños, este Toledo nuestro resignado ya a su pertinaz castigo.

Giré la llave de contacto, y mi barco azul se dispuso a navegar entre mares de asfalto. Las luces, en el agua trocada en espejo, confundían mi camino; las rotondas, círculos imposibles, me obligaban a arriesgadas incursiones; los forzosos cambios de rumbo, en busca de rutas certeras, se borraban detrás de unos cristales opacos por el azote de una lluvia que el limpiaparabrisas no era capaz de digerir.

Seis millas interminables sin medianas ni arcenes; abducida por una oscuridad tenebrosa, rota a intervalos por intermitencias cegadoras que nadaban contra corriente, lo mismo que yo…
  
Cuando al fin llegué al punto de encuentro, entre decenas de coches que cosían la calzada (sin duda madres y padres dispuestos también a rescatar a sus náufragos), mi hija y sus amigas, cuatro supervivientes de la noche, con el  pelo y las ropas empapadas, y el desencanto pintado en sus rostros, se lanzaron al coche, convertido para ellas en tabla de salvación.

Amainaba el aguacero… Entre baches y ríos de agua, repartí a las frustradas pasajeras. El temporal había impedido que disfrutaran del concierto.

Y así, con el corazón encogido por el miedo, mi hija y yo regresamos a casa, acompañadas, todavía, por el golpear insistente de la lluvia.

Consolación González Rico
30 de mayo de 2013
                                                                                        
                                                                                                                                

1 comentario:

  1. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
    EN LA CONDUCCION DIARIA

    Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

    Ejemplo:

    Ceder el paso a un peatón.

    Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

    Poner un intermitente

    Cada vez que cedes el paso a un peatón

    o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


    Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


    Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


    Atentamente:
    Joaquin Gorreta 55 años

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