lunes, 27 de octubre de 2014

DUEÑOS Y ESCLAVOS


Cuando escribí “Una mujer de la Oretana”, nunca pensé que se me ocurriría componer una trilogía con los ascendientes y descendientes de Crisanta, protagonista de la novela, pero un buen día, decidí que la historia merecía un antes y un después.
La ejecución de la precuela (más de doscientas páginas), apenas si me llevó medio año. El último capítulo escrito de la secuela (trece folios), ha absorbido casi mes y medio de mi tiempo.

Ya estaba escrito que el hijo de Crisanta se exiliaría a Francia con su familia en 1941, y que lo harían por las “vascongadas”, para más señas. Lo que no pensé entonces, por carecer de interés para un hilo narrativo que terminaba ahí, era que en un futuro, presente ahora, mis personajes iban a darse de bruces con la ocupación alemana. Este hecho no es banal, y me ha obligado a estudiar geografía e historia a partes iguales: la que no me enseñaron en la escuela ni en el instituto, y la que yo tampoco me ocupé en aprender.
¿Por dónde conduciría hasta Hendaya a mi familia de exiliados? ¿De quiénes me valdría para dejarlos en la costa francesa ocupada por los nazis? ¿Quién o quiénes los ayudarían a burlar la vigilancia, para pasarse a la Francia de Vichy antes de caer en manos alemanas?

Confieso que dar respuesta con cierta solvencia a las tres preguntas anteriores, me ha robado la calma, me ha mantenido largas horas buceando entre documentos, físicos e informáticos, hasta casi faltarme el oxígeno, y sobre todo, me ha hecho entender la sabia sentencia que solía repetir mi madre con la intención de educarnos para la vida: De la palabra que callas, eres el dueño, de la que dices, el esclavo. 
    También de la que escribes. 

Consolación González Rico

viernes, 24 de octubre de 2014

DÍA DE LAS BIBLIOTECAS: LOS CLUBES DE LECTURA

 
Club de Lectura de la Biblioteca Municipal de Olías del Rey -22 de octubre de 2014-


  Mi pueblo no tenía biblioteca. Tan solo en la escuela, un pequeño armario de madera carcomida, con vitrinas de cristal, guardaba algunos libros amarillentos; entre ellos los cuentos de Grimm que desbocaban mi imaginación.
  Hoy, por fortuna, en cada localidad, en cada barrio, los libros esperan en nutridas estanterías una mano salvadora que propicie el viaje mágico de la lectura; ese recorrido iniciático de mente a mente, de corazón a corazón.

   Lo que no podía imaginar entonces, era que en 2014, en las actividades programadas alrededor del Día de las Bibliotecas, una obra narrativa mía, mi primera novela escrita, aunque cuarta en orden de publicación, iba a ser objeto de discusión y debate en un pequeño salón de actos de una biblioteca municipal: la de Olías del Rey.


Fotografía final, aunque no estaban "todos los que eran".  
  En mis ya numerosas visitas a las bibliotecas públicas, he podido comprobar la importancia de los clubes de lectura. Como focos de cultura generados en torno a un libro, estas reuniones literarias fomentan el pensamiento reflexivo y crítico, favorecen el intercambio de ideas y opiniones, abren la mente al conocimiento. Por otro lado, y en una dimensión más íntima, desarrollan el gusto por la palabra escrita, la sensibilidad, la imaginación, y a través de ella la capacidad para vivir mil vidas.

   Por eso hoy, 24 de octubre, deseo celebrar esta fecha rememorando mi último encuentro con los lectores y lectoras de Olías del Rey. Quiero destacar su participación activa y su entusiasmo; valorar el análisis, completo y minucioso, que realizaron sobre los movimientos conductuales de los personajes de Esclavos de un motivo, la novela que nos reunió el pasado miércoles a las cuatro de la tarde, cuando un sol inusual de otoño atravesaba las cristaleras del salón de actos.
   Fue grato y estimulante comprobar, una vez más, que cada encuentro enriquece; que cada lector siente contigo, revive contigo la historia que has creado, interpreta y recrea el libro que has escrito.

   Mis felicitaciones a cuantos propician, coordinan y forman parte activa de tan fructífera actividad.  

      Consolación González Rico