miércoles, 18 de febrero de 2015

TEMPRANO MADRUGÓ LA MADRUGADA...


Presentación del Club de lectura de Sonseca
(Asociación de Amigos de Antonio Cerrillo)

Te fuiste un día de enero. La nieve había tapizado las calles de blanco, como si quisiera vestir tu partida. Hasta el agua de la fuente dejó de correr, y se convirtió en cristal paralizado y mudo. Y ese día, que de tan blanco hería la retina, tras desafiar el hielo que cubría calles y aceras, logré llegar hasta la iglesia para darte mi adiós.

¿Recuerdas, Antonio? Fuimos compañeros de trabajo, en aquel tiempo en que la fe en el cambio nos encendía la ilusión. Años de brega y de esperanza, en los que creíamos que los modelos educativos habían de adaptarse a los tiempos y a las personas, desarrollarse, democratizarse, llegar a todos, para propiciar desde la educación una verdadera transformación de la sociedad.

Nunca olvidaré el día de mi llegada al equipo que formaríamos en la Unidad de Programas Educativos. Lo primero que me sorprendió fue esa mirada tuya que rebosaba ilusión y fe. Tus ojos, redondos y vivaces, parecían traspasar el teléfono, como si quisiesen mirar a distancia a tu interlocutor, transmitirle la fe que tú sentías. Y siempre terminabas prometiendo que harías lo posible, aunque la llave del grifo no estaba en tu mano, como solías decir tantas veces, para que los chicos y las chicas pudiesen disfrutar de unas instalaciones deportivas dignas donde desarrollar su cuerpo y su mente.

        Trabajador, honesto, convencido de tu tarea, comprometido con un proyecto social en el que creías, y al que entregaste tus esfuerzos y tu vida. Un hombre, en fin, parafraseando a Machado, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Hoy, Antonio, amigo y compañero, quiero decirte que es una satisfacción y un placer para mí participar en esta actividad literaria. Un honor dar la salida a este Club de lectura de Sonseca, promovido por la asociación que lleva tu nombre, “Amigos de Antonio Cerrillo”, a la cual me uno, y con la cual comparto objetivos y horizonte: la intención de nuclear, en torno a tu memoria, un proyecto de desarrollo cultural que, estoy segura, miras con orgullo y aplaudes, desde ese lugar al que marchaste, compañero del alma, tan temprano, y en el que las tinieblas de aquí abajo ya no pueden alcanzarte.

Consolación González Rico