Naufragó la esperanza
en los brazos que envolvían
tu futuro.
Perdiste el abrigo
de las caricias que te arropaban
entre las olas.
Devoró el mar
la cuna protectora
de tu cuerpo.
Se apagó el sueño
entre bocanadas de muerte
con sabor a sal…
Crecieron hasta ti
los corazones
y las manos.
Asomó el miedo,
la orfandad incipiente
a tus ojos sin llanto.
Llamó en silencio al mundo
tu mirada de ángel;
llevaba escrito
un clamor de inocencia,
un clamor de inocencia,
un hasta cuándo
y un por qué.
y un por qué.
Consolación González Rico
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