Nos sorprende la vida una mañana
abriéndonos la puerta
de aquel camino viejo,
el mismo que una noche
se encargó de vallar.
abriéndonos la puerta
de aquel camino viejo,
el mismo que una noche
se encargó de vallar.
Y nuestros ojos vislumbran temerosos
la senda que nos llama,
las voces del pasado
que claman nuestro nombre
con cadencias de ayer.
Y olvidamos que entre sus recodos
perdimos nuestra túnica verde,
que las piedras hirieron nuestros pasos,
que los espinos rasgaron nuestra piel...
la senda que nos llama,
las voces del pasado
que claman nuestro nombre
con cadencias de ayer.
Y olvidamos que entre sus recodos
perdimos nuestra túnica verde,
que las piedras hirieron nuestros pasos,
que los espinos rasgaron nuestra piel...
Nos adentramos entre la maleza
y somos corazón,
desnudo, sordo y ciego,
que avanza sin memoria ni cordura
en busca de aquel sueño
que nunca pudo ser.
y somos corazón,
desnudo, sordo y ciego,
que avanza sin memoria ni cordura
en busca de aquel sueño
que nunca pudo ser.
Consolación González Rico
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