Un silencio azulado
envuelve tus orillas,
golpea sin piedad
la roca de tu cuerpo,
derriba las torres
que en los días de luz
levantó la esperanza;
te ahoga con sus brazos
de sombra
y te deja sin alas,
cual gaviota herida.
Y escuchas en el aire
una canción de mar
que naufraga en tus venas,
con la cadencia vieja
de los días perdidos.
Y te dice que es tarde
para seguir soñando
playas de arenas blancas,
corales irisados
con que adornar tu pecho;
islas de flores y arcoíris
donde, en noches de miel,
las estrellas alumbren como soles,
y no mengüe la luna
ni se gasten los besos.
Consolación González Rico
No hay comentarios:
Publicar un comentario