Ocurre a veces que los
aconteceres nos imponen su ritmo; nos obligan a movernos como si un resorte
activara nuestro motor físico y anímico.
Así fue como llegó mi sexta novela "La
vida que perdimos". Con ímpetu. Puso en marcha mis generadores de energía,
y trajo consigo un aguacero, primaveral y literario, que durante cuarenta y
tres días me ha mantenido en una espiral de locura: Toledo, Granada,
Sevilla, Madrid, Torrecilla de la Jara, Polán, Pantoja...
Un mes de emociones
intensas, de presentaciones, firmas, trenes, horas de volante entre truenos y
relámpagos... Y hasta alguna tromba de agua que me obligó estacionar en
el arcén, camino de Polán, o a cobijarme bajo las frondas del Retiro Madrileño.
Lo más valioso de esta trepidante experiencia, el
contacto directo con los lectores, el disfrute de tantos momentos compartidos, guardados
ya en ese rincón donde albergamos lo imborrable.
Y como las imágenes son más elocuentes que las palabras, recojo aquí algunas
instantáneas de la apretada y feliz agenda literaria, vivida en cada uno de sus
minutos con las emociones a flor de piel.
Gracias a quienes de una u
otra forma habéis contribuido a este desbordamiento literario.
Consolación González Rico
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