Oigo tu llanto
detrás de los cartones,
presiento el frío que hiela tu cuerpo,
sacude mi conciencia el hambre
que devora tu carne,
me avergüenza vivir en este mundo
que cierra los oídos y los brazos
a tu queja inocente,
a tus lágrimas,
a tus noches oscuras y largas,
a tus días sin risas ni juguetes,
a tu infancia truncada
por el dolor y el miedo...
Y me traspasa el alma
esa mirada triste que reclama la mía,
que me grita socorro en silencio.
Consolación González Rico
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