Bajo un sol cenital
se escapaban mis pasos
de una cabeza
preñada de nostalgias.
Has salido a mi encuentro
con tu canción de árbol:
trinos de pájaros,
cantares de cigarra,
y en tu corteza
rugosas cicatrices
que hablan de amores viejos,
de besos que un día fueron
latidos de la piel,
hojas de eternidad,
verdores de esperanza.
He leído los nombres
de los enamorados
que hirieron tu armadura,
para sellar con savia
promesas y alianzas.
Y he querido saber
si volvieron a verte,
si cumplieron el pacto,
si sentiste una mano
repasar con tristeza
las palabras talladas.
Has guardado silencio…
¡Tu memoria de árbol
ya no recuerda nada!
Consolación González Rico
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