Bebernos
las miradas,
atravesarnos
las yemas de los dedos
desde
las huellas dactilares hasta el alma.
Derretir
nuestras voces en los labios,
calcinar
la maleta de los besos.
Reír juntos, como dos esquimales,
en
el iglú que abriga el largo invierno.
Arroparnos
con pieles
hasta
fundir el hielo pegado al corazón.
Volar
juntos en la burbuja del reencuentro:
aurora
boreal, regalo de la vida,
nube
de libertad, sin cadenas ni tiempo.
Consolación
González Rico
Creo, Consolación, que es el mejor poema que te he leído. Hay quien dice que la poesía no es relato. ¿De qué van? Imágenes como estas plenas de miradas, dedos, besos, hielo, libertad, se concatenan en un universo amplio, divergente. Todo un hallazgo.
ResponderEliminarTus palabras, amigo Francisco, me animan a seguir. La primera vez que colgué un poema en Facebook sentí bastante pudor (no me considero poeta), pero después, me di cuenta de que necesitaba compartir esas explosiones momentáneas. Y así es como entiendo ahora el poema: como la imagen de una emoción hecha palabra. Por otro lado, lo que dices es verdad: la poesía también narra.
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