Cerrar el círculo,
renacer al final,
limpiar las hojas muertas
del árbol de la vida,
abrir bien las ventanas
para que vuelen alto
las palomas cautivas.
Arrancar para siempre
las hojas malgastadas
de tantos calendarios
sin días ni esperanza.
Cambiar inviernos blancos
por verdes primaveras,
pozos oscuros
por mares luminosos
de azules infinitos;
cárceles de añoranzas
por barcos sin anclajes;
arenas de silencio
por sinfonías deseadas
de notas clandestinas
que te ericen la piel.
Cerrar el círculo,
reanudar el camino,
y al final… ¡renacer!
Consolación González Rico
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