Un batir de alas negras
sobrevuela silencios,
las palabras se empujan
entre labios heridos,
tiembla el invierno seco
en los pliegues del alma,
vuelve la primavera
a tu cuerpo cansado.
Te perturban los trinos
que nadan en el aire,
que atraviesan las ondas
sin rejas ni ataduras.
Tienes miedo a los brotes
de flores que reclaman,
entre espinas punzantes,
caricias de tus dedos.
Y otra vez vestirás
el mismo traje verde,
abrirás las compuertas
al agua que se escapa.
Entonarás un canto
de pentagramas viejos…
¡Dejarás que los sueños
crezcan en tu ventana!
Consolación González Rico
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