En ocasiones, cuando dejas que una novela vuele a las manos de los
lectores, sientes que te has lanzado con ella en paracaídas y te posee el
temor de que éste pudiera no abrirse.
Confieso que nunca me había ocurrido, pero con mi quinta novela, “La calma de las arañas”, mucho más
arriesgada que las anteriores, me preocupaba imaginar cómo movería las alas,
lejos ya de mi control.
Cuando decidí adentrarme en el mundo de las prisiones, cuando me
planteé reflexionar desde la ficción acerca de las causas que pueden conducir a
la privación de libertad, todo me resultaba lejano, desconocido: entorno,
personajes, situaciones... Pronto me daría cuenta de lo mucho que esta historia,
tan intrincada como atrayente, iba a aportarme como escritora y como persona.
Hoy, a poco más de un mes de su presentación en la Biblioteca
Santa María de Benquerencia de Toledo, mi satisfacción no puede ser mayor: los
comentarios de los lectores, aunque algunos puedan resultarme inmerecidos, son para mí un indicador de que el esfuerzo mereció
la pena.
Gracias por leerme, y por el cariño con el que acogéis mis escritos.
Consolación González Rico
“Me parece una obra maestra. Hace mucho que no leo ni en la
narrativa actual (que suelo huir de la más mercantil) ni en muchos clásicos una
historia tan dura y tan buena a la vez. Tan original y cuyos personajes,
gracias a la facilidad que la autora tiene para crear esos perfiles
psicológicos, son tan creíbles, tan convincentes, tan verdaderos que parece que
son ellos los que han creado la historia y no la autora.”
Carlos Bustamante
(Fragmento del último comentario publicado en Amazon, 24 de
enero de 2018)